lunes, 27 de febrero de 2017

Guerra de machos a muerte

Hasta la muerte de los demás. Nada hay que se parezca más a decir ayer, miércoles 28 y desde Chile, eso de que “Aunque muchos lo crean no soy Dios”, que haber gritado en octubre de 2014 y en Vista Alegre de Madrid lo de “No soy el macho alfa”. No es necesario nombrar.

El primero, el que nos hablaba desde el Pacífico Sur, nos engañó a todos menos a “uno” en mayo de 2013 cuando dijo de sí mismo que era un “jarrón chino”. El segundo, el “uno” que presumió ante el cielo de lo que no era para transmitirnos lo que de verdad sentía, descubrió que el jarrón no era tal sino una bomba de relojería que, con un trabajo incisivo y sin descanso, podría hacer estallar en el momento adecuado.

Pensado y hecho, el día 22 de enero de 2016 “No Alfa”, en rueda de prensa que quedará escrita en los anales del maquiavelismo más provocador, decidió colocar un detonador de efecto retardado en la bomba “No Dios” proponiendo a Sánchez para presidente. Al enterarse el “premiado” durante su audiencia real solo supo ser educado, actitud sospechosa a juicio de “No Dios”, quien decidió vengar contra su “compañero” la osadía de “No Alfa”.

Impaciente como nunca, “No Alfa” veía que aquello no estallaba y entonces, siendo 4 de marzo, decidió golpear de nuevo contra Sánchez recordando a “No Dios” su cal viva. Arañó mil almas e inició la cuenta atrás definitiva. No ha resultado extraño, pues, que “No Dios” tuviera ese lapsus sobre “lo que hicimos en el País Vasco” mientras justificaba desde la SER la orden que estaba dando de suicidio colectivo por la “frustración” sufrida cuando Sánchez le dijo una cosa y después hizo otra. “No Alfa”, que “no se llama Pablo Iglesias por casualidad”, solo descubrió una bomba y activó el detonador. Al PSOE lo salvarán sus afiliados si reaccionan. ¿Existen?

Domingo Sanz - 30 septiembre, 2016 - Palma de Mallorca

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