martes, 28 de febrero de 2017

Revelan cómo el Big Data y unos científicos hicieron a Trump presidente

"El psicólogo Michal Kosinski desarrolló un método para analizar a la gente en función a su actividad en Facebook. Por tanto, cabría pensar si ¿es posible que una herramienta de similares características ayudase a Donald Trump a ganar las elecciones? Eso mismo se preguntan Hannes Grassegger y Mikael Krogerus en su artículo “The Data that turned the world upside down”, publicado en la web Motherborad en enero de 2017."


El Big Data, una herramienta clave en la comunicación política

lunes, 27 de febrero de 2017

Hombres, mujeres, Trump y la prensa

Qué el mundo corre peligro es una evidencia, y no porque un meteorito como el que acabó con los dinosaurios se esté acercando, que hasta de eso podríamos librarnos. Se llama Trump y en cuatro días ha conseguido volver del revés ese consenso llamado “efecto mariposa”. Ahora, los huracanes que provoca en la Casa Blanca cada vez que se levanta de la cama son capaces de matar el aleteo de millones de bellas voladoras en el otro extremo del planeta.

Evidente lo anterior, todos estamos obligados a arrimar el hombro y entonces me doy cuenta que debería haber escrito “todos y todas”, o viceversa, mientras algunos porcentajes extraños me vienen a la cabeza. Como lo de ejercer la libertad de expresión es una de las maneras de luchar contra la bestia que acaba de advertir que “la prensa es el enemigo del pueblo” y, por otra parte, solo creo en las estadísticas indiscutibles, investigo cual ratón de biblioteca en cien páginas de opinión revueltas de este mismo febrero. Las que tengo más a mano son 46 más 28 más 26, respectivamente, de las ediciones de papel de tres periódicos mallorquines, Diario de Mallorca, Última Hora y El Mundo.

De las 274 cartas al director y artículos de opinión incluidos en esas cien aparecen 250 textos firmados por ellos y 24 por ellas, es decir, el 8,76%. No será fácil encontrar ratios cercanos al 50% en ámbitos estatales o locales de cierta relevancia. Me olvido de lo políticamente correcto porque estando en peligro de muerte resulta suicida y pido, desde ahora mismo, que las mujeres se definan públicamente sobre el riesgo en que todos vivimos, e inunden con sus opiniones los periódicos, aunque solo sea por instinto de conservación. Ya está bien de escurrir el bulto en esto, porque unos minutos a la madrugada se los puede robar cualquiera para ganarlos al miedo. Apoyo a Kevin Costner cuando desde la pantalla grande se atreve a proclamar, por fin, que “en la NASA todos meamos del mismo color”.

Domingo Sanz - 20 Febrero, 2017 - Palma de Mallorca
*Licenciado en Ciencias Políticas por la UCM

De regreso a Sa Feixina

Visito Canal 4 Diario en Internet y me encuentro ni más ni menos que a la vicepresidenta del Gobierno de España, supongo que de regreso a Madrid tras hacerse unas fotos con los suyos y los de Ciudadanos en Barcelona, recibiendo a los de “Salvem sa Feixina” acompañados del senador Bauzá, antes provocador de la mayor manifestación ciudadana de la historia de las Baleares.

Antes de que se me olvide, sospecho en el haber de Soraya el montaje de la trampa del 11 de enero, con la que Rajoy se tomó la revancha de aquella que unos periodistas catalanes le pusieron a él, cuando durante aquel gobierno en funciones don Mariano tenía la “agenda libre”. Aprovechando que el gallego todavía no reconocería por teléfono la voz del nuevo catalán, le gastaron una de las bromas más atrevidas que se recuerdan y, de paso, consiguieron más transparencia política que todas las leyes que llevan esa palabra tan presumida en su título. Pero esto que escribo iba de otra cosa.

Como si de un fantasma redivivo se tratara, ha regresado a nuestros desayunos uno de los monumento que abandera el farmacéutico compatible, uno de los más famosos de España de entre todos los inaugurados por Franco. No en vano, aparece en la primera página de la opción “Nueva ventana de incógnito” para la búsqueda del genérico “monolito” en la nueva biblia del conocimiento en tiempo real, también llamada Google. Ha vuelto a lomos de portadas sucesivas y páginas interiores, desde el pasado día 11, del periódico menos anti franquista -por lo que en el escriben muchos de sus articulistas- de los tres de papel que entretienen a los mallorquines cada día.

Decía que ha regresado y me reafirmo. Seguidor desde hace tiempo de las aventuras y desventuras del habitante más conflictivo, aunque inanimado, del pequeño parque al que tras tanta insistencia en permanecer casi le ha robado su nombre, camino del puerto palmesano, puedo demostrar que durante los más o menos 270 días transcurridos desde el 1 de enero hasta el 10 de octubre de 2016 aparecieron en la prensa mallorquina un mínimo de 254 documentos sobre el particular, y solo me estoy refiriendo a artículos de opinión, cartas al director, chistes y similares. Es decir, no incluyo las noticias redactadas por los periodistas a sueldo sobre manifestaciones a favor y en contra, ni las decenas de fotos todas similares o exactamente iguales, ni las declaraciones de políticos, ni las amenazas con lo de acudir a la justicia que no existía cuando se erigió, ni a las exposiciones en ARCA ni a cualesquiera de los otros muchos eventos que han jalonado de incidencias este contencioso, con inusitada intensidad desde el verano de 2015. Tampoco me hago eco, en esos dos cientos y medio de creaciones más o menos literarias, de los debates habidos en emisoras de radio y de televisión ni de los cientos de documentos que han aparecido en las páginas que, tanto los periódicos de papel como cualquier hijo de vecino que se lo proponga, ofrecen al mundo mundial a través de Internet.

Pero como si en la noche de aquel día 10 de octubre un misterio hubiera alterado al mismo tiempo y en el mismo sentido las pulsiones creativas de decenas de autores mallorquines, lo cierto es que en los más de 120 días transcurridos desde el día siguiente, el11 de octubre de 2016, hasta hoy mismo, la velocidad de casi un texto público por día ha decaído estrepitosamente a solo un documento cada mes. De hecho, he detectado únicamente cuatro artículos relativos al monolito, dos de Llorenç Capellá en UH y dos de Matías Vallés en DM, y uno de los del primer autor porque ha coincidido el 80 aniversario del crimen de guerra conocido como “La Desbandá”, en el que participó el buque de la marina llamado “Baleares”, donde iban embarcados los marineros que, posteriormente y en justa batalla naval entre ejércitos enfrentados, fueron derrotados y muchos fallecieron. Únicamente a favor de estos, pero no de sus víctimas, viajó el dictador a Palma un día de 1948 para inaugurar el monolito de Sa Feixina. Por cierto, y tratándose de una historia pendiente aún de desentrañar, nunca es tarde para pedir que alguien, si aún existe quien lo sepa, de explicaciones de por qué se consintió aquel abuso institucional, porque lo que sí se asegura es que se construyó mediante suscripción popular y no con cargo a los presupuestos del Estado. Más aún cuando, ahora que el franquismo ya no está de moda, lo de quien puso el dinero se repite, hasta la saciedad, como uno de los argumentos de los que pretenden que el símbolo permanezca. Nunca dejará de ser tal cosa mientras exista. Y por encima de cualquier otro significado.

El caso es que la campaña informativa de “El Mundo de Baleares”, iniciada con su portada del11 de febrero, no ha sido capaz aún de inquietar tanto los sentimientos como para reiniciar la batalla dialéctica sobre qué hacer con el monumento de Roca Simó. Precisamente, el segundo artículo de los de Vallés, publicado en DM el pasado viernes, ha sido el primero que parece responder a la nueva movida, aunque no lo cita expresamente. Tras emplear con esmero el sacapuntas, titula Matías “Cine antifascista en Sa Feixina” y propone un festival de lo mismo en ese entorno. Me sumo a la moción, pero no estoy de acuerdo con él cuando afirma que “el monumento franquista ofrece un lienzo magnífico para utilizarlo como pantalla”. Aunque comprendo que lo escribe para que nuestra imaginación esboce una sonrisa, toda proyección cinematográfica precisa una “pantalla” de verdad, y entonces es cuando me viene a la cabeza una de las últimas propuestas que inventamos en las postrimerías del debate que, durante 30 capítulos, es decir, semanas, mantuvimos Benet Bohigas y yo en “El Periscopi” desde el día 5 de diciembre de 2015 hasta el 8 de julio de 2016, cuando los calores del verano consiguieron, por fin, derrotarnos a ambos por igual y sin haber podido alcanzar ningún acuerdo.

Para que lo del cine pueda llevarse a cabo, propongo que construyamos, y con la piedra más blanca de todas, la mejor y más bella pantalla del mundo, de tal manera que rodee de norte a sur y de arriba abajo ese motivo que tantas pasiones levanta, para que no moleste con su presencia a quienes duele y, al mismo tiempo, puedan disfrutar de su compañía quienes lo desean, penetrando en ese silencio como el de los cementerios que tanto gustaba de imponer a quien lo inauguró y que, es de justicia reconocerlo, si él no hubiera nacido nunca, jamás de los jamases un monolito de la discordia como este se hubiera construido en nuestra ciudad.

Pero no sería correcto dejar al oportunismo de las coyunturas futuras lo que se pueda contar y ocultar de la verdad que rodea esa arquitectura urbana. Para evitar ese riesgo, deberán tallarse sobre la superficie pétrea de la gran pantalla los nombres y apellidos de cada uno de los marineros fallecidos en combate, que fueron cerca de 800. Y en otro espacio de la misma piedra, elegido de tal forma que unos y otros nombres se puedan mirar de frente, también los mismos datos personales de cada uno de los niños, padres y abuelos de ambos sexos, entre 3.000 y 5.000 se dice que fueron, que los 800 marineros del “Baleares” ayudaron a matar disparando contra ellos mientras huían, inocentes y desarmados, como si fueran patitos de feria sin feriante que los pudiera devolver a la vida.

Un proyecto como éste, u otro parecido, nos vacunarían de nuevo contra la peor enfermedad social de la especie humana. Ayudaríamos a la paz contemplando de verdad los horrores de la guerra. Quizás en este país nos habríamos matado mucho más, más aún de lo mucho que lo hemos hecho, si un Goya no hubiera pintado para nuestros corazones los fusilamientos del 2 de mayo, o si a un Picasso le hubiera faltado el Guernica. Y si este proyecto, u otro similar, no resultaran soportables, mejor será que el monolito se destruya para siempre. La historia, o se recuerda entera o se convertirá en mala madre de nuevas desgracias.

Domingo Sanz - 24 febrero, 2017 - Palma de Mallorca

España, Rumanía y las respuestas contra la corrupción

Están siendo noticia las manifestaciones populares en Rumanía contra un decreto que pretendía salvar de la justicia a los culpables de sobornos menores. Un abuso de posición dominante parecido al que el gobierno de Rajoy aprobó en España durante la mayoría absoluta y que podría provocar el archivo de muchas investigaciones judiciales contra la corrupción política, lo que dejaría sin condena a los culpables. Quizás algunos ya se han librado, a pesar de que parece imposible que, además de esos “afortunados”, haya tantos como los que caben en los telediarios.

En el país del Conde Drácula las protestas siguen aunque el gobierno ha renunciado a la reforma y el ministro de justicia se ha visto obligado a dimitir. Como resulta intrigante la falta de respuesta social en España, tanto en las urnas como en las calles, ante un problema que sí moviliza a los rumanos, toca bucear en las historias respectivas para averiguar por qué somos más pasivos que ellos. O quizás más cobardes ante según qué clase de delincuentes. O cómplices. Serán reflexiones en voz alta, como contar la tormenta de ideas que pasa por la cabeza para que cada quien saque sus propias conclusiones, pues sería exagerado pretender la existencia de relaciones causa-efecto entre periodos históricos y comportamientos sociales sin avalarlas con toda una vida dedicada en exclusiva a esa investigación. Quizás me estoy contagiando del lenguaje de los líderes políticos, caracterizado por el simplismo en la construcción de los argumentos. Lo reconozco. Todo lo que sigue puede parecer superficial, y quizás lo sea.

Entrando en materia, se me ocurre que la violencia que ejerce el poder establecido sobre la sociedad que gobierna es un factor capaz de traumatizar a la ciudadanía a través del miedo. La dictadura es la forma de gobierno clásica para generalizar ese sentimiento destructor, tanto de la personalidad individual como de la confianza colectiva, basadas en el respeto a la ley y en la seguridad jurídica. Resulta una evidencia que, con ciertos matices, todos los países que han sufrido dictaduras, del signo que sean, han padecido sufrimientos más o menos similares. De hecho, muchos políticos del PP que no han condenado jamás la dictadura de Franco, porque no les conviene para mantener la unidad del partido, se llenan la boca a la hora de criticar “todas las dictaduras”, lo que incluye otras infinitamente más blandas o que técnicamente ni lo son, cuando eso sirve para atacar a los adversarios. En cambio, las democracias facilitan evoluciones dispares y creativas de las sociedades que las disfrutan gracias a la lógica de la libertad. Y ello a pesar de que la publicidad tiende a la homogeneización social en el actual contexto globalizador.

España sufrió la dictadura franquista durante 38 años, entre 1939 y 1977. Rumania una dictadura pro soviética durante 42 años, entre 1947 y 1989. Cayó doce años después que la nuestra, por lo que sus efectos podrían estar más vigentes. Estas dos historias, tan aparentemente paralelas, ofrecen diferencias que van más allá de los matices, y que probablemente ayudan a explicar la duda esencial que se plantea sobre nuestra mayor pasividad colectiva, o complicidad, o cobardía.

En primer lugar, el origen de ambas dictaduras. En nuestro caso se trató de un proceso esencialmente interno, “muy español y mucho español”, porque no permitirnos un poco de burla con sus propias palabras. Una guerra civil de tres años ganada por el bando golpista que dividió a la sociedad española en dos mitades políticamente irreconciliables. Un odio que alcanzó la intimidad de millones de personas, unas contra otras con nombres y apellidos, que trascendió varias generaciones y que permanece vigente en muchas familias. Un sistema de gobierno que obligó a envilecerse, para sobrevivir, a toda la población. En Rumanía, en cambio, la dictadura fue un sistema importado desde fuera y “avalado” por la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial que, de hecho, finalizó el mismo año en que cayó el muro de Berlín. Muy probablemente proliferó un sentimiento colectivo de unidad contra el invasor, como ocurre siempre. Por cierto, aceptaron la expansión de ese modelo en el bloque soviético las mismas potencias vencedoras del nazismo que, sin mover una ceja, podían haber salvado a los españoles de una dictadura capitalista y más salvaje que ninguna, pero no quisieron hacerlo.

En segundo lugar, la manera en que ambos regímenes terminaron y dieron paso a las respectivas democracias. Aquí Franco murió en la cama y muchos de sus miles de colaboradores durante años pudieron seguir en sus cargos, funcionariales, dentro de las mismas instituciones, convirtiéndose en protagonistas de la transición algunos de los más oportunistas y calculadores, más algún valiente. En Rumanía, en cambio, Ceaucescu fue ejecutado, a pesar de que sus crímenes no se acercaron ni de lejos a los de nuestro dictador. Nada sería igual en este país si alguien como Fraga, por poner un ejemplo, hubiera sido inhabilitado para siempre, y destituidos y encarcelados todos los altos mandos militares por unos golpistas democráticos y armados como los portugueses. No tendríamos ni la tan pesada monarquía, para empezar, y los catalanes no podrían reclamar una república para fortalecer políticamente la causa de su independentismo. La depuración política que implica el ajusticiamiento de los colaboradores de un sistema criminal constituye un proceso de saneamiento social imprescindible en cualquier transición. No es necesario fusilarlos. Tras tantas cosas como las que están aflorando ahora, y de las que tan avergonzados nos sentimos, ya nadie habla de la “ejemplar transición española”, algo de lo que tanto se ha presumido durante tantos años, para que nos olvidáramos de lo que no les conviene.

Otro lugar común entre sociólogos y politólogos, y está más que demostrado, afirma que el electorado de izquierdas soporta mucho menos la corrupción de los políticos de su misma cuerda de lo que el electorado de derechas consiente la de los suyos, quedando pendiente por determinar si es porque muchas de las personas de esta tendencia política esperan obtener enchufes para los suyos y otros beneficios derivados de la lacra. Entonces podemos aplicar lo de “blanco y en botella” para encontrar la correspondencia entre el rechazo de los rumanos a sus corruptos y, por ejemplo, el castigo electoral en España al felipismo del 96. Una corrupción socialista solo en las alturas y ceñida a los casos de FILESA, el AVE y poco más y, en conjunto, de una cuantía infinitamente menor a la instalada en todos los niveles de las estructuras del PP, actuales y desde siempre. Un partido hoy denominado “banda de ladrones” por miles de bocas, sin que sus dirigentes se atrevan a presentar demandas en defensa de su honor, pues el título, tan parecido, de “organización criminal”, se comienza a leer en los autos y sentencias judiciales.

A pesar de todo lo anterior, los españoles no salen a la calle cada día para desmoralizarles y convencerles de que se auto disuelvan, como aquel Movimiento Nacional que durante los años 70 no opuso resistencia y así consiguió salvarse de las rejas. Manifestarse cada día porque esas acciones, las de presionar, reclamar, avergonzar y convencer son los principales motivos que justifican el derecho de manifestación, fundamental en cualquier democracia, y más a la vista de lo lenta que va la justicia, algo de lo que con tanta hipocresía se quejan.

Podríamos extendernos sin límite sobre la historia comparada de Rumanía y España, pero no cabe todo en un solo artículo.

No es que España no sea capaz de movilizarse. Quien no recuerda los días que transcurrieron del 11 al 14 M de 2004, y que sirvieron para castigar al, probablemente, mayor equipo de políticos embusteros conscientes y confabulados de la historia, con Rajoy de candidato a estrenar, tan fríos y calculadores como para ser capaces de sobrevolar la mayor desgracia concentrada en un mismo instante y varios trenes para sacarle rédito electoral. Y como olvidar el 15M, siete años después, aquella movilización que no era sino resistencia contra el futuro que se veía venir, hoy, en el que estamos batiendo los records de desigualdad y pobreza infantil, y cuyo resultado electoral fue devolver el poder a los mismos embusteros de 2004, también con Rajoy a la cabeza.

Sí, España es capaz de movilizarse, pero no contra la corrupción protagonizada por los políticos en el poder que más recuerdan a los criminales que la gobernaron durante 40 años, aplastada contra el paredón de fusilar. Miento: tras el shock de las portadas con los papeles de “Luis, se fuerte, hacemos lo que podemos”, que hubieran hecho caer a cualquier gobierno, la única movida fue una recogida de firmas en Internet iniciada por un particular. También leo hoy, en Xornal de Galicia, que Jueces para la Democracia va a pedir la intervención de los organismos internacionales para ayudar a España en la lucha contra la corrupción. Mientras, los delincuentes disfrazados de políticos que contemplan encantados tan “firmes” reacciones de las víctimas de su latrocinio, millones de personas, confirman que aquí “todo el monte es orégano” y se reproducen como el cáncer maligno que son para la sociedad que gobiernan.

Las preguntas que comienzan a circular son del siguiente tenor: ¿Alguien va a convocar algo alguna vez contra esta lacra? ¿Ha desaparecido el derecho de manifestación? ¿Cuándo la mayoría parlamentaria se atreverá contra la ley “mordaza”?

Y la respuesta podría ser una: Quizás aún no somos mayores de edad. Otros, no tan grandes como nosotros, parece que sí. Es evidente que no todas las dictaduras son iguales. La peor del siglo XX para su propia sociedad, la nuestra. Tantos años después, los hechos demuestran que aún sufrimos sus consecuencias y, para más inri, ahora resulta mucho más difícil librarse de los que aún obtienen rendimientos.

Domingo Sanz - 16 febrero, 2017 - Palma de Mallorca

Lo de la presidencia del Parlament

Noticias, imágenes, debates, opiniones, chistes y burlas, informes, votaciones, ausencias calculadas, amenazas y toda clase de miradas, expulsiones, propuestas y presiones, comidas discretas pero filtradas a la prensa, charlas de bar y casi de todo lo imaginable en tiempos de paz hemos visto al ritmo de un lío cuya influencia real en la sociedad a la que se deben los diputados parece ínfima.

Si a lo dicho añadimos que el cargo en disputa, por lo mucho que inmoviliza, ha sido y sigue siendo rechazado por los que realmente cortan el bacalao en los partidos políticos importantes y que la destitución de Huertas se ha oficiado en cuanto el fantasma del delito se ha cernido sobre las cabezas de los filibusteros, no es extraño que la sorpresa cuando estalló el conflicto haya sido superada con creces por el estupor ante el comportamiento de unos parlamentarios que, con tal de aprovechar un traspiés del contrario, han apostado su credibilidad, ya quebrada, a una carta marcada.

En esta fase de bloqueo y dado que ni decadentes ni emergentes se atreven a osadías que mejoren las normas de un escenario caduco, deben ser los espectadores quienes arriesguen ideas para que los actores las lean y, si no rompen a llorar, al menos rían.

Una solución para llenar el hueco presidencial podría ser que la mayoría que gobierne cada vez decida ceder ese cargo a la minoría opositora y ésta lo acepte, que no sería pequeño el sacrificio. Conviene recordar que, una vez convertido en ley, el cinismo deja de ser tal, resulta útil para sobrevivir y modera los excesos del teatro.

De no aceptarse tal componenda propongo que para el puesto se nombre a un robot de los modernos. Deberán cargar en su cerebro artificial los protocolos para plenos y demás eventos institucionales, aunque con cuidado de no insertar al mismo tiempo virus como los de la mentira, la corrupción o la ambición sin medida. De paso, conseguiremos máquinas que sirvan para algo más que lo de enviar al paro a trabajadores inocentes.

A punto de terminar el texto que está usted leyendo aquí y ahora, veo en la pantalla que hay acuerdo sobre Balti, el candidato de Podemos. Tres horas antes la radio del coche me había contado que los del PP estaban dispuestos a proponer uno de su propio partido, como si me hubieran leído el pensamiento, o yo a ellos, que nunca se sabe si fue antes el huevo y perdone mi presunción de culpabilidad por presuntuoso, que se me acabaron las abuelas. De hecho, y mientras espero sentado, Marga Prohens o alguien que se le parece mucho pasa cerca y de rojo “Barberá” vestida toda ella, sin parar de hablar con el teléfono para despistar, o quizás con alguien al otro lado, mientras una nueva noticia indica que la fiscalía solicita que el PP sea condenado, como tal Partido Popular en dos palabras, a pagar 18.000.- € por haberse beneficiado de las corruptelas organizadas por Matas y Rodríguez para conseguir dinero extra e ilegal y así ganar todas las elecciones posibles, de nuevo no sabemos si a la hora del delito fue antes la gallina o qué, las personas o el partido, pues ya pagaron diez o doce mil, creo recordar, condenados por un envío tramposo de propaganda electoral a Ibiza, ¡de cuantas condenas no se habrán librado!. A estas alturas ya toca preguntarse el número de veces que debe reincidir un culpable para ser suficientemente condenado, o disuelto si se trata de un partido político que con malas artes ha disfrutado durante decenios de más poder del que le correspondería con la ley en la mano, y para seguir robando.

Por cierto, y ahora que el Pisuerga pasa por el Mediterráneo, hay que reconocerle ojo populista a la “popular” recientemente fallecida y hace cuatro días laureada con el mérito municipal. Nunca dudé que se decoraba mayormente de rojo para tocar la fibra no consciente de la izquierda hortera valenciana pues, de lo contrario, sus absolutismos electorales no tenían explicación ni con tanto abuso de dinero negro. Y hablando de tantos, tanto nos engañó que hasta el misterio de su muerte lo ha tenido que desvelar la ciencia: a pesar de que la televisión controlada por el PP lo ignore deliberadamente, su autopsia acaba de certificar que no fue un heroico infarto en denodada lucha contra las “hienas” insultadas por Rafael Hernando lo que la llevó a la tumba, sino una humilde cirrosis. Si alguien como yo, que jamás me crucé con ella, sabía de buena fuente lo mucho que Rita bebía de las mejores botellas, que no sabrían sus compinches de esos vicios, tantas veces compartidos. ¿Para qué aquel minuto de silencio y chantaje emocional orquestado, que la historia terminará por convertirlo en vergüenza parlamentaria?

Están las cosas de tal manera que, en lo que se tarda en redactar un artículo, pueden asaltarnos varias noticias sobre corrupción política. Éste que está usted leyendo finaliza con lo de las nueve empresas valencianas que acaban de declarar que financiaron ilegalmente al PP durante las elecciones autonómicas y generales de 2007 y 2008.

Domingo Sanz - 10 febrero, 2017 - Palma de Mallorca

Trump y las mariposas

Andábamos los humanos tan entretenidos jugando a como era posible que el batir de las alas de un lepidóptero en un punto del planeta pudiera provocar un temporal en sus antípodas, cuando llega un millonario, elegido por el uno por ciento de los más desquiciados de todos nosotros, y decide romper la baraja fusilando mariposas contra los paredones e implantando un huracán de amenazas a la velocidad de ciento cuarenta caracteres por segundo.

En el supuesto de que tras unas cuantas semanas como la última siga amaneciendo, imagino que el próximo mes de septiembre regresará el ejército anual de bellas monarcas de oriente migrando desde Canadá hacia los bosques de pinos y oyameles de México. De repente, encontrarán un muro donde antes había cielo y libertad y regresarán todas, enfadadas y en formación militar, a pedir explicaciones al nuevo habitante de la Casa Blanca.

Al llegar entrarán nocturnas por la ventana de su dormitorio eligiendo el sueño de una resaca tras la borrachera de crueldades firmadas unas horas antes. Levantarán sus sábanas, atravesarán su pijama con tacto mínimo e invadirán suaves hasta el rincón más pequeño y oculto del cuerpo del gran Donald, tapizándolo de colores como si fuera uno cualquiera de los arboles que cada año adornan para nuestras miradas. Entonces, todas de acuerdo y en el mismo instante descargarán millones de cosquillas, le obligarán a sacar bandera blanca y de nuevo conseguirán que triunfe la vida sobre La Tierra.

Domingo Sanz - 3 febrero, 2017 - Palma de Mallorca

El PP, mientras España se desata

Ya son más de cuarenta los años y nunca se ha hablado tanto, y con tanta pasión como ahora, del 18 de julio, de la dictadura, de la simbología, de ganadores o perdedores y, por poner un ejemplo con nombre y apellidos, de Santiago Carrillo por parte de personas tan contrarias entre sí como Eduardo Inda y Javier Cercas.

Otro, alguien con un poder ahora matizado por la deuda pero si mucho pasado, nos dice hoy mismo que la reconciliación conseguida en la Transición está en peligro por culpa del conflicto territorial. Es Juan Luis Cebrián.

Es evidente que un impulso irrefrenable trae a colación sin descanso y sin necesidad de contexto nuestro peor pasado. Incluso los que quieren que se olvide pierden las formas a pesar de que, como no “vende”, ningún partido lleva en su programa la tragedia.

Hay tres factores que ataron el futuro de España con el nudo de la desmemoria durante el largo paréntesis que ahora se cierra: el shock del 23F, la componenda bipartidista que aquel susto alumbró y el entusiasmo por Europa. Hoy, los tres han muerto casi: la Monarquía, tras dilapidar el capital conseguido con Tejero no consigue que cuaje Felipe VI, alguien que no puede abrir la boca o salir de palacio sin recibir una avalancha de críticas que cada vez ocultan menos el recuerdo explícito de su pecado original. Ahora mismo, y con la otra mano, estoy rompiendo la foto de su disfraz con desprecio y despacio, lo digo para que conste y haga daño. También ha quebrado el sistema de relevo PP-PSOE y la corrupción asociada a ese modelo ha roto sus contratos ocultos, una consecuencia de la crisis de impagados en negro y en blanco. Y Europa está en tela de juicio y con peligro de neo fascismos. En este contexto toca volver a Cebrián para decirle que sí, que la palabra República en las bocas de los independentistas catalanes aporta una ola de ilusión que gana por goleada a la vieja componenda vigilada cuyos méritos principales fueron, por una parte, salvar de la necesaria depuración a los franquistas y, por otra, construir un paraíso de corrupción al que pusimos el nombre de monarquía parlamentaria. Para adornarla, hoy es un martes cualquiera del siglo XXI pero, con todo y con eso, circula la noticia de que el fiscal pide 2 años y medio de prisión, más tres de libertad vigilada, a la twittera @kira_95 por divulgar chistes como ese que, con el texto “¡ARRIBA ESPAÑA!” por todo relato, nos enseña la mejor imagen del insuperable vuelo sobre las azoteas que describió aquella fortaleza negra y con chófer que Carrero utilizaba para ir a misa e implicar a Dios en sus maldades, cada día.

El caso es que era sábado por la noche mientras también escribía cuando el periodista Antonio Maestre, alguien que se prepara los debates, afirmaba en La Sexta que los de Rajoy defienden solo, o quizás utilizan, a las víctimas que les interesan para conseguir votos, las de ETA, mientras desprecian y humillan a todas las demás. Citaba las del Yak 42, las del Metro de Valencia y las del Franquismo. De esta manera unen a los suyos mediante el clásico mecanismo de nombrar al enemigo. Es decir, la derecha sigue creando bandos y dividiendo España por las heridas que más duelen, y sin el menor recato. Ningún tertuliano, tres eran pro gobierno, se atrevió a cuestionar tan grave acusación, por lo que quedó acreditada. Sí, pero pendiente de que pase ese tiempo tan particular que rige en España, un país que descubre sus desgracias solo cuando el mal ya sea irreparable y cuando tampoco se pueda condenar a los culpables.

Mientras la izquierda se relame las heridas producidas por la falta de osadía al rechazar aquel gobierno que tuvieron a un centímetro, distancia que se demostró insuperable para los que se levantan cada día encantados de haberse conocido, la Justicia sigue inexorable atendiendo los plazos de sus procedimientos tasados para que un día sí y otro también los del PP sientan en sus propias carnes que el antiguo blindaje de la mayoría absoluta no se parece en nada a la minoría asediada a la que están condenados ahora. Atención a esas cifras, mínimas, de españoles que se deducen en el IRPF las cuotas a los partidos políticos, y que no solo son una expresión del voto oculto, sino que además descuadran la supuesta economía del PP, poniendo de nuevo el foco sobre la continuidad de los ingresos ilegales para mantener tanto aparato. Una investigación pendiente que podría abordar un Tribunal de Cuentas deseoso ahora, como el Consejo de Estado y otros organismos, de demostrar su independencia del Gobierno. No nos extraña la noticia de hoy en “El Independiente” de García-Abadillo, que nos cuenta que algunos dirigentes del PP quieren vender la sede central del partido. Dicen que la marca “Génova 13” está desprestigiada ¿Es posible que a fecha de hoy ese inmueble no esté embargado?

En este contexto, millones de españoles disfrutan cada día y como nunca, aunque sin llamar la atención, cada vez que un presunto de esa “organización criminal” es imputado/investigado, llamado a juicio o condenado. O cada vez que pueden escuchar sus conversaciones horteras y delictivas, tal como han sido grabadas por la policía mientras urdían tramas o contaban billetes del dinero que nos robaban. Millones de contribuyentes sintiendo la satisfacción de la justicia que se aplica o identificándose con ese policía cuando pilla in fraganti al delincuente de la peor especie. Además de los españoles que aún quedan de entre los que vivieron la frustración del fracaso de la ruptura democrática en los 70, están gozando muchos de los que no votan nunca al PP y de los que se abstienen. Y también algunos de los que, por una combinación de oportunismo y miedo irracional, han votado durante años a los de Fraga, Aznar o Rajoy porque pensaron que a la bestia, para que no nos monte otra guerra, es preferible tenerla suficientemente alimentada.

2017 parece que será el año de los partidos políticos. Los cuatro celebran congresos. Esta mañana Iñaki Gabilondo ha pronunciado esa frase tan famosa, “atado y bien atado”, tan española y tan franquista. La usó para referirse a las discrepancias, o al teatro, dentro del único partido en el que también usted está pensando.

Domingo Sanz - 19 enero, 2017 - Palma de Mallorca

Los siete miedos de Felipe VI

Reconozco que me parece ridículo, pero rodean de tanto boato las apariciones del Rey que me veo obligado a recordar que se trata de alguien como cualquiera de nosotros.

Está hecho de carne, de huesos y de un hatajo de nervios a veces desatados que no pueden manifestar estrés. En una especie de simbiosis, protegen la Monarquía los bipartidistas corruptos de siempre, más los de Rivera por activa y los de Podemos por pasiva, pues no destacan la disolución de esta institución entre los objetivos importantes de su acción política. En resumen, solo los catalanistas plantean una República vinculada a la independencia que buscan. Entre las dos ilusiones podrían conseguir la mayoría política.

He visto varias veces tanto el último como sus dos discursos navideños anteriores, y he llegado a la conclusión de que el Rey, ahora, tiene miedo, mucho miedo. Un miedo que, por la novedad o por lo que fuera, no se reflejaba en sus gestos ni en 2014 ni en 2015.

Tiendo a ponerme en el lugar de quien hablo para intentar comprenderlo. En este caso, imaginaré que soy el Rey. A fin de cuentas, no lo soy gracias a la suerte de no haber nacido en la familia equivocada.

Como el título de este artículo no es únicamente una frase, repasaré los siete miedos que yo sentiría si fuera el Rey, y que estoy convencido que también siente el Rey que sí lo es.

Primer miedo: Catalunya

En mi caso, sólo por pensar que mientras se tramaba lo de que reinara mi padre a España le quitaron el Sáhara y que, ahora que comienzo a reinar yo, podemos perder Catalunya, tendría bastante miedo a morir de un infarto. Para los susceptibles, me refiero a lo que le podría pasar a mí corazón, no al de Felipe VI.

Hablando de lugares comunes, es habitual entre los mortales eso de pensar qué habremos hecho mal antes para no vivir mejor ahora. El Rey, que ya tiene un pasado como monarca, si le circula sangre por las venas no puede dejar de pensar en lo que no habrá hecho bien, o dejado de hacer, para que lo de Catalunya se siga estropeando, cada día un poco más.

El Rey tiene miedo porque está absolutamente seguro de que hay muchos más catalanes que quieren República de los que quieren Monarquía, y eso le interroga sobre qué es más importante, si la estabilidad de nuestras fronteras o la de su puesto de trabajo. Y, además, el miedo a la duda por no saber si encontrar la respuesta a esa pregunta sirve aún para resolver el problema, o ya no importa.

Además, el Rey sabe algo de Historia Universal y, si no, lo consulta en Wikipedia, como haría cualquiera. Y sabe que está escrito que, tras desgracias tan inmensas y seguidas como una guerra civil y una dictadura que nos pide que olvidemos, más una democracia corrupta que pretende que aguantemos, mantener las fronteras de un país tan grande y diverso como el nuestro sería un milagro. Y el Rey sabe también que los milagros no existen.

Por resumir sobre este primer y gran miedo, el Rey siente que lo que empieza a flotar en el ambiente es Tercera República o Monarquía sin Catalunya.

Segundo miedo: la corrupción familiar.

Usted, que está leyendo, y yo mismo también, tenemos o hemos tenido familia. ¿Se imagina usted si lo que ocurriera de puertas adentro de su propio e inviolable domicilio fuera motivo de cotilleo público, notorio y diario del vecindario? ¿Y se imagina tener un cuñado del que los vecinos pensaran que debería estar en la cárcel, por haber hecho trampas a la Comunidad de Propietarios? ¿Y tener una hermana también sospechosa? ¿Y que esa hermana, erre que erre, pueda meter la pata un día sí y otro también? ¿Y que los vecinos, los que le pueden dar o negar los buenos días, tuvieran la certeza de que toda esa fortuna ilegal la han amontonado gracias a las influencias familiares? ¿Se imagina que cada día los vecinos colgaran en la escalera y en el ascensor el escarnio contra usted y su familia?

Es bien cierto que tener una hermana corrupta puede ser una desgracia caída del cielo pero, ¿y lo de los amigos personales, libremente elegidos pero casualmente con tarjetas “black” para vaciar el cajero de todos sin pensar en las consecuencias? ¿Y lo de que todo el mundo se entere de tus confidencias con amigos como ese? ¿Y lo de tener que romper en público esa amistad?

En resumen, despertar cada día con el miedo a una nueva noticia, verdadera y sucia, sobre tu propia vida. Noticias, prensa, libertad, justicia, todo infinitamente más importante y necesario para la sociedad que la corona más bonita.

Tercer miedo: las víctimas del franquismo.

Tras el miedo por lo de Catalunya y la corrupción familiar, para el tercer miedo no nos ha hecho falta decir que Felipe es Rey por ser hijo de otro Rey, y que este Rey fue nombrado por el mayor criminal de la historia de España, por lo que sin esa maldición original él solo sería un español cualquiera, solo con sus miedos íntimos. Y no ha hecho falta porque él mismo nos lo ha recordado pidiendo que olvidemos el pasado, porque se sabe deudor, o cómplice por continuarlo, pues bien podría declararse objetor a cualquier clase de reinado. Pero no, asume un pasado de privilegio sustentado por dos golpes de estado, el del 36 triunfador y el del 81, solo aparentemente fracasado. Y no se le ha caído la cara de vergüenza mientras ofendía a las víctimas dedicando tiempo a un problema que no existe según su manera de verlo, solo para regalar los oídos de los que le protegen como Rey y que, como él en su discurso de Nochebuena, nos piden cada día que olvidemos lo mismo que nos pidió él. Por si las dudas, inmediatamente apareció Pablo Casado, otro de los del PP que se burla de los “abuelos”, declarando que el Rey había dicho lo de no abrir heridas, como si no hubiera antes que cerrarlas con la justicia que no llega. Que patéticas quedan las advertencias cuando los peligrosos no tienen golpistas armados que amenacen a los advertidos.

El Rey tiene miedo porque nuestros viejos son de la especie de los que no tienen nada que perder. Por eso, los de la Memoria Histórica le han denunciado ante el Defensor del Pueblo por intentar enterrar la memoria junto a las fosas donde aún siguen, tirados de cualquier manera, los muertos que mandó asesinar el que después repuso la Monarquía para que atara la libertad. También ha reaccionado la Asociación Convocatoria Cívica, promovida por personas como Sabina, Miguel Ríos, Mayor Zaragoza, Caballero Bonald, Baltasar Garzón, Isabel Coixet, Almudena Grandes y muchas otras admirables, que le han pedido al Rey que retire esas palabras franquistas de su discurso. Y, Rey, no van a parar hasta conseguirlo. Recuerde, Rey, la manera de hacerlo. Es muy fácil. Tiene usted muy cerca el pasillo de aquel hospital: “Me he equivocado. Lo siento. No volverá a suceder”.

Cuarto miedo: la audiencia descendente.

El Rey también sufre un miedo sutil, pero de esos que quitarían el sueño a quien sintiera alguna estima por sí mismo y por su condición. El Rey sabe, porque le informan, que cada vez menos españoles interrumpen lo que están haciendo para escuchar su discurso. Sabe también que millones no le quieren, y que otros cuantos solo le soportan. Seguir siendo Rey y estar absolutamente convencido de esa realidad solo es posible ofreciéndose el poder político coyuntural a cambio de protección. Por eso sabemos que el Rey no nos habría leído lo mismo con otro gobierno. Y solo hace dos años y medio que es Rey.

Quinto miedo: la soledad del anacronismo.

Otro miedo que el Rey experimenta viene dado por la conciencia del que sabe que forma parte de una especie en extinción. Representa la última monarquía en la orilla europea del Mediterráneo. Alguien argumentará que también está Mónaco. Perfecto. Se trata de un buen retiro para ex reyes y otros fracasados con la vida resuelta. Además de la corrupción familiar, no hay nada como lo obsoleto, y a cargo del presupuesto, que se preste mejor a la burla cruel y al chiste fácil, que proliferan hoy a tanta velocidad por las redes sociales. Nunca volverán los tiempos en los que a inteligentes como Mikimoto les puedan cortar la lengua por sacarle los colores a la Monarquía.

Sexto miedo: la nueva transición.

El Rey sufre también un miedo coyuntural, pero muy intenso. Sabe que España vive una época de transición, y que las transiciones pueden llevarse por delante a cualquiera, especialmente a cualquiera… que sea Rey en el siglo XXI. Tras cuarenta años de dictadura y otros cuarenta de monarquía corrupta, nadie sabe si el péndulo de la historia quiere pararse ahora en una época de libertad republicana. Pero lo que sí sabe todo el mundo es que, si se tiene que parar allí, se parará, caiga quien caiga. No merecerá la pena resistirse.

Séptimo miedo: ser parte de un decorado.

Con o sin Catalunya, corrupción familiar, anacronismo, transición o cualquier otra circunstancia que solo llena de miedo al Rey, pero que en cualquier otro ciudadano lo que provocan es crítica dura y, en muchos casos, repulsa, está la propia condición de la Monarquía como tal, cumpliendo un papel político innecesario y, por tanto, perfectamente prescindible. Sus errores, inevitables e “in crescendo”, van a crear tensiones gratuitas que podrían romper los difíciles equilibrios entre partidos, lo que convertirá esa institución en una fuente de conflictos que chocarán con asuntos mucho más importantes.

El Rey tiene miedo de su propia condición, que es la de formar parte sensible de un decorado que un día, por un detalle mínimo, podría convertirse en moneda de cambio y, al final, él, púgil de pié, pero sonado, para que pueda seguir el espectáculo.

No quiero terminar sin sumarme a lo que otros han denunciado del discurso: el escándalo que significa lo de no dedicar unas palabras ni a la lacra de la corrupción ni a la de la violencia machista. Suspenso sin paliativos, Rey.

Las propuestas.

Para finalizar, no deberíamos escribir de problemas sin arriesgar con las soluciones. Como no vamos a conseguir nada, pediremos lo imposible.

Por una parte, mientras haya tantos votantes del PP, ese partido que tanto se esfuerza por mantener traumatizados a los españoles contra la palabra “República”, propondremos que España siga siendo un reino, pero sin monarca, ni corona, ni Familia Real. Parece irracional pero la idea me la ha dado el propio gobierno. No era el Día de los Inocentes, pero en la tele pude ver la última majadería que se les ha ocurrido: crear un modelo de currículum laboral oficial sin nombre ni fotografía, para obligar a tomar decisiones a las empresas sin tener en cuenta el sexo, ni la pinta, del candidato. Lo de siempre. Desconocer la verdad. Meter la cabeza debajo del ala. Ocultar la historia que interroga. Más valdría que a los aspirantes a políticos del PP les sometieran a la máquina de la verdad. Así, una vez en el poder, tendrían menos tentación por meter la mano en la caja. Pues reino sin rey, que no hace ninguna falta.

Siendo realista, me temo que no me van a hacer caso con la propuesta anterior pero, al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que el peligro de otro discurso real se aproxima a la velocidad de 365 días por año, ahora faltan solo 359, o menos. Como el Rey miedoso va a pronunciar solo lo que le guste al Gobierno de turno, solemnemente proponemos que todos los discursos navideños del Rey sean aprobados por unanimidad de los diputados del Congreso. De lo contrario, será mejor que no nos moleste con su rollo. Un solo diputado elegido democráticamente por el pueblo vale más que cualquier Rey en Nochebuena.

La tercera propuesta no va dirigida a los parlamentarios, sumidos en el desconcierto, sino al Rey personalmente. Usted sabe, Rey, que de siete miedos coincidentes y tan importantes, más los que no dan la cara y los particulares, no puede salir nada bueno. Además, son miedos que a nosotros no nos hacen sufrir, no nos movilizarán para salvarle a usted de ellos. Entonces, ¿por qué no decide acabar personalmente con tanto miedo? Abdique para siempre, dé ejemplo de sacrificio, monte una gran crisis institucional pero tranquila, que solo convocará a los políticos pero a todos, independentistas o no, y les obligará a reconstruir un entramado que no se sostiene. Esta crisis no la sufrirá ninguna empresa ni ningún trabajador, tampoco ninguna economía familiar. Abandone, diga que se acabó y cierre para siempre la herida que el origen de su condición significa en España. La sociedad española, la más traumatizada de Europa occidental, la que más daño se ha hecho a sí misma en los dos últimos siglos, no es capaz de hacerlo, pero necesita que se lleve a término. Es usted el único que puede.

Mucho mejor ahora que cuando tenga que ocurrir a la desesperada.



Domingo Sanz - 30 diciembre, 2016 - Palma de Mallorca

Ahora que la guerra














Ahora que no quiero, me rodean los ruidos de la guerra.

Es cuando le llaman músculo a más dinero para la fábrica de muertos.

Y verdad a la mentira que será un incendio.

Es ahora.

Porque después llamarán traidores a los pacifistas.

Desertores a los objetores.

Cobardes a los neutrales y, a los niños rotos, colaterales.

Ahora, que ayer era un sueño lo que hoy es miedo que mañana será cementerio.

Ahora que aún la tengo.

Gastaré mi libertad hasta la última letra.

Para que no me la puedan robar.

Para no tener que añorar.

Para defenderla.

Tiene que ser ahora.

Antes de la nueva victoria.

Antes de la nueva derrota.

Antes de que la vida sea un recuerdo.



Domingo Sanz - 23 diciembre, 2016 - Palma de Mallorca

Chapuza tecnológica en multas ACIRE

Tras decenios disfrutando de un progreso tecnológico envolvente e imparable nos hemos convertido en simples códigos, objeto de calculadas estrategias de micro abuso que se aplican sobre millones al mismo tiempo por parte de bancos y otros monstruos de tamaño creciente contra los cuales de uno en uno nada podemos hacer.

El asociacionismo defensivo es la única manera de enfrentarse al delito que se oculta en la letra microscópica de documentos que firmamos sin leer porque, de hacerlo, hubiéramos salido huyendo de la sociedad de consumo. Aún así, solo se consiguen victorias parciales que cuando alcanzan firmeza ya han dejado de merecer la pena. “Tengas pleitos y los ganes”, cuanta sabiduría en solo cinco palabras.

Mientras tanto, un ejército de ingenieros y programadores a las órdenes de entramados que solo buscan maximizar su beneficio a cualquier precio están todo el día, noches incluidas, tecleando rutinas para que los algoritmos proporcionen el máximo rendimiento del “big data”, el nombre que ahora tienen las víctimas en paquetes de a millones y una vez codificadas. O sea, nosotros. Trabajan a tal velocidad que cuando esas víctimas, inocentes, comienzan poco a poco a agruparse para defenderse de los sofisticados atracos céntimo a céntimo que han sufrido por entidades de las que son respetables clientes, ya hay nuevas modalidades en fase de prueba, aún más complejas, que se activan al ritmo de los miles de contratos que se formalizan cada minuto. Aperturas de cuentas corrientes y de crédito, préstamos de cualquier clase, suscripciones de pólizas de seguros, suministros eléctricos o telefónicos y etcétera. En tiempo real, sobre las pantallas de los CEO’s aparecen simulaciones de los márgenes de maniobra con los que contarán, en distintos futuros, para provocar mini costes indetectables cuya traducción son ingresos más que discutibles para los entramados, siempre multinacionales. Todo con la facilidad de activar en un instante una orden, cuyos resultados están garantizados por complejos cálculos que combinan tipos de interés marginales, euríbores u otras referencias variables.

Aunque no se justifique, entra dentro de la debilidad humana que los “tiburones de la noche con teléfono en el coche, con fax”, inolvidable Sabina hace tantos años, crucen la raya del delito mientras trabajan sin armas blancas ni de fuego, pero con otras mucho más peligrosas. El placer que proporciona el éxito es irrenunciable, y más cuando está movido por intenciones que añaden el gusto por el riesgo del alambre. El problema es cuando esa satisfacción cuasi sádica por convertirnos a todos en masa de ceros y unos intoxica también la gestión de las administraciones públicas, y prevalece sobre la vigilancia exhaustiva de las consecuencias que la aplicación que cualquier “mejora” pueda ocasionar a la ciudadanía.

Todo lo anterior viene hoy a cuento porque me he enterado que la Policía Local de Palma, tan famosa, envía multas de 90 € por entrar en la zona ACIRE a vehículos con autorización. En las multas aparece una foto del coche con la matrícula bien visible PM-0000-AB, por ejemplo. En cambio, en el texto del documento sancionador, la matrícula multada que figura es la IB-0000-AB. Es decir, un mismo documento oficial con dos matrículas distintas.

Como es natural, el propietario acude preocupado a la Policía Local en Sant Ferran y le cuentan que, sin informar a los titulares de los vehículos, han sustituido en los ficheros las letras PM por IB en las matrículas. Les piden disculpas, les dicen que ya le ha ocurrido lo mismo a otras personas y que no recibirán más multas. Se quedan tranquilos porque piensan en la cantidad de fotos que les habrán hecho entrando en el ACIRE con sus coches PM.

Me parece imprescindible que el Ayuntamiento investigue inmediatamente el porqué de esta chapuza tecnológica pues, como mínimo, la falta de respeto a los ciudadanos es clamorosa y las molestias ocasionadas, importantes. Ni hecho a posta hubiera resultado más “eficaz”.

Mientras escribo, alguien que me informó de la primera multa recibida me cuenta que le acaba de llegar otra también por entrar en su ACIRE de siempre, pero en otra fecha, con lo que no se ha cumplid la palabra que le dieron en Sant Ferran. ¿Tan difícil es localizar en el fichero a los vehículos PM autorizados ACIRE y anular automáticamente esas multas? ¿O resulta que ahora ya ni saben a qué vehículos les cambiaron las letras PM por IB?

No sabemos si algún día las máquinas podrán ser más inteligentes que las personas. Lo que sí está claro es que ya, en la actualidad, pueden ayudar a que nos volvamos todos locos.

Domingo Sanz - 16 diciembre, 2016 - Palma de Mallorca

Reforma constitucional contra, o nada

Si no se tratara de un montaje tan interesado como lo son ciertos minutos de silencio, resultaría patética la llamada a un consenso imposible como condición trampa para comenzar con la reforma constitucional, cosa también denominada “abrir el melón”. Por suerte para todos, parece una paradoja, los independentistas catalanes, únicos a quienes las derechas herederas no les pueden poner condiciones y que tampoco están políticamente convalecientes de ningún terrorismo derrotado que haya envenenado su causa, tienen claro lo que quieren y siguen su camino aunque en Madrid y Sevilla intenten mirar hacia otro lado.

Para empezar, conviene recordar que la Constitución del 78 se construyó contra un franquismo sin Franco que daba más miedo del que valía, como quedó demostrado el 23F, aquella acción de la que, a posteriori, las coaliciones de facto entre PSOE o PP con los pujolistas para cuando hiciera falta, consiguió destilar un bipartidismo corrupto que tantas ventajas indebidas ha proporcionado a esas tres organizaciones sobre las demás, y tantos beneficios ilegales a muchos de sus componentes. Nadie se atrevió entonces a aguar la gran fiesta del autoengaño colectivo, cuando quisimos creernos que el fracaso de Tejero fue esa gran victoria contra la dictadura que nunca se produjo. Todos nos equivocamos entonces y, por eso, muchos pensamos, a toro pasado, que durante aquellas mayorías absolutas de González se debería haber aprobado una ley que inhabilitara para la política a quienes se hubieran entregado al franquismo excepto Suarez, pero cuánto le odiaron entonces AP-PP y PSOE, siempre la hipocresía. Legalmente bien resuelto, algo así no habría significado ningún peligro y, en cambio, sí un saneamiento decisivo que hubiera evitado la degradación que sufre nuestra democracia hoy. Tantos años presumiendo de Transición ejemplar para conseguir, a la postre, que cuarenta años después los jueces no den abasto contra la corrupción rampante, mientras el gobierno les niega recursos y les acorta los plazos para provocar sobreseimientos interesados. Pero no estaba Felipe González para esas molestias, sino para confundirnos camino de la OTAN cuando ya el peligro comunista también era teatro. Nuestra democracia, joven y conseguida solo gracias a la biología y tras sufrir el blindaje que Occidente le proporcionó a Franco, hubiera sido ideal para componer una neutralidad que nos merecíamos de sobra. Ni siquiera supimos deshacernos de las bases americanas, y cuantos peligros marca Trump nos acechan más a nosotros, ahora. Y, por supuesto, tendríamos uno o varios partidos de derechas, que no se preocupen los del IBEX35. Pero sus dirigentes no se burlarían de las víctimas del franquismo cuando dicen lo que sienten, entre otros comportamientos obligados por el respeto a los demás y que ayudarían a la convivencia.

Ahora que tenemos que cambiarla no he podido dejar de visitar la historia, pido disculpas. Hoy, una nueva Constitución contra Podemos es la opción que más posibilidades tiene con los números en la mano, facilitada por los errores de libro cometidos tras el 20D 2015 por los de Iglesias, nadie que reflexione un poco puede pensar que no vengan de esa oportunidad perdida sus problemas de liderazgo. No obstante, esto ocurrirá siempre que a los de Rivera, que no conseguirán una Ley Electoral a favor de la equidad, se les ofrezcan mieles de gobierno como paso intermedio para terminar fusionados con un PP que podría hasta cambiar de nombre y parecer así un partido nuevo, me juego lo mismo que a la lotería que diré después a que esto será lo que termine ocurriendo, qué menos en tiempos tan confusos. Si la coalición del miedo contra Podemos se atreve, a pesar de que los de Iglesias podrían forzar un referéndum que perderían en cualquier caso, quizás se recompondría para otras dos décadas una política basada en mayorías de ficción siempre inestables. Pero con ello, los tres implicados sí que intentarán recomponer de nuevo el sistema atado y bien atado con la misma monarquía. Lo harán a pesar de que saben que muchos, para no perder su dignidad, seguirán diciendo a los nietos de sus nietos que a los borbones los puso el peor asesino de la historia de España, para conseguir que esta “patria” nunca pudiera estar orgullosa de haber sido capaz de conquistar su libertad. Seguiremos.

En cualquier caso, tal confluencia reformista contra Podemos tiene un pero. Para sorpresa de todos se llama Sánchez, un error cometido por los poderes ocultos en verano de 2014. Quizás se las prometía felices y las urnas lo convirtieron, sin querer, en el único peligro real para la reconstrucción del entramado bipartito, pero lo cierto es que tuvieron que sacarlo a la fuerza de ese “trabajo”. No hay que descartar los imponderables que se deriven de Pedro Correcaminos y los suyos. A favor de esa reconquista circula incluso la lotería de Navidad a la que me refería, y que está teniendo buena acogida, quizás por si un bombo justiciero decidiera compensar en diciembre el aciago octubre que le tocó vivir al ex, una vez de cada mil toca ganar a los perdedores. Sería de risa que Sánchez se convirtiera, a la postre, en el factor que aportara eficacia política al lío formado por Iglesias, Errejón, anti-capitalistas, Garzón, Mareas y etcéteras… mediante la construcción de una tendencia lo suficiente, dentro del PSOE, como para hacer de puente virtual y hablar de tú a tú con los golpistas de Susana, que no se atreve a convocar el congreso porque no está segura de controlar sus consecuencias, y esta no es de las que se presentan para perder, aunque ganara pírrica.

Una reforma constitucional contra la independencia de Catalunya es también el deseo inconfesable de esa misma mayoría, con un Podemos empantanado porque tampoco puede proclamarse a favor de tal escenario. Esta opción parece inútil, pues es más que probable que los de PDC + ERC + CUP y sus varios millones de catalanes podrían haber alcanzado ya el nivel de limpiarse los excrementos con cualquier papel que se elabore a orillas del Manzanares, y con mayor satisfacción en estas fechas, en las que su conocido “caganer” protagonizará las portadas navideñas.

Por último, y por mucho que sea lo deseable para los únicos que se jugaron vida y hacienda en la lucha contra el franquismo, resulta inimaginable una reforma constitucional contra un PP disfrutando del gobierno, salvo que se produzca una confluencia planetaria de esas que imaginaba despierta aquella Leire Pajín en pleno éxtasis “Zeta Pero”.

Mientras escribo, Tele 5 proyecta “El padre de Caín”, una serie sobre los tiempos más duros del terrorismo etarra. Después, intervenciones de víctimas y de periodistas de postín. También políticos como Madina y Anasagasti. Todo lo que se diga contra ETA es poco, y no se han cortado un pelo los invitados, pero que diferencia tan grande en la manera que se habla de los criminales cuando son los que pierden, o cuando son los que ganan. Sorprendente Amedo, el de los GAL, reconociendo aquel delito organizado desde las cloacas del felipismo. Por no haber depurado, añado yo, unos cuerpos de policía franquista que no habían sufrido en sus carnes los socialistas porque jamás dieron la cara, y oportunistamente denunciado por el mismo PP que hoy defiende las intrigas de Fernández Díaz contra Catalunya, donde nadie mata. Amedo, decía, arrepintiéndose en público de haber participado en los GAL y elevando la voz para dejar constancia él, el único entre todos los que están hablando, de que el terrorismo de Estado fue igual de criminal que el de los etarras. Siempre hay quien, por el motivo que sea, rompe la baraja marcada.

Domingo Sanz - 9 diciembre, 2016 - Palma de Mallorca

El PP no se olvida de Rita Barberá

Aunque el cadáver de Fidel ha enterrado el de Rita, los beneficiarios directos del deceso de la valenciana no olvidan que vale todo a la hora de defenderse de la Justicia.

Avergonzado como me sentía el día 24 de noviembre por las palabras del Ministro del ramo cuando dijo que “cada uno tendrá sobre su conciencia las barbaridades que ha dicho sobre Barberá”, le pregunté desde esta misma pantalla si sabría estimar cuánto tiempo iban a tardar los del PP en cargarle a la muerta los “muertos” de una corrupción que ahora les acusaría solo a ellos. El señor Catalá no se dignó aunque conociera la respuesta, pero las “hienas” amenazadas por Hernando, lejos de asustarse, han seguido en pos de la verdad que nos irán contando unos recuerdos que ya nunca serán juzgados y que, por tanto, quedan sometidos a la “pena de telediario”, esa justicia moderna que tan imprescindible resulta para la democracia.

En cumplimiento de los pronósticos intuidos acabamos de conocer hoy, 30 de noviembre, que los mismos que aprovecharon la oportunidad de un infarto en el tiempo de descuento para silenciar al 80% de los diputados del Congreso, son los protagonistas del titular que, aunque no destacado como se merece, aparece en “El País”. Dice lo siguiente: “El PP declara que las donaciones de Rita Barberá y su grupo fueron ilegales. El auditor de la formación declara a petición del partido ante el juez de Taula”. El tal auditor, interno, del PP, se llama Carlo Luca, y la noticia confirma lo que anuncia su título. La declaración ante el juez Victor Gómez se produce porque el PP está imputado como tal en una causa que, junto a la financiación ilegal, persigue también el delito electoral.

Además del tamaño de la hipocresía, queda reforzada la convicción general de que los de Rajoy tienen más poder político del que les corresponde legalmente gracias a que han convertido en dinero para campañas electorales los delitos cometidos, muchos aún presuntos pero algunos sentenciados.

Domingo Sanz - 2 diciembre, 2016 - Palma de Mallorca

Ante Barberá nadie es neutral

Alertamos en primer lugar contra el vídeo titulado EL BAILE DE LA RITA BARBERÁ, que no debe abrirse porque lo destruye todo, y esto no es una broma macabra.

El ministro de Justicia ha dicho, textualmente, que “Cada uno tendrá sobre su conciencia las barbaridades que ha dicho sobre Barberá”. Preguntamos al ministro si sabría estimar cuánto tiempo van a tardar muchos del PP en decir sobre Barberá bárbaras verdades y bárbaras mentiras en los juzgados, para cargarle a la muerta los “muertos” bien vivos y suculentos de una corrupción que ahora les acusa solo a ellos. ¿Cinco minutos, quizás, después de guardar ese minuto de silencio durante el que estarán pensando que les ha tocado la lotería, señor Catalá?

Unidos Podemos ha conseguido cuota de pantalla arriesgándose a parecer incorrectos, por lo que a los demás les conviene callar si no quieren hacerles aún más publicidad. Quizás han perdido un millón de votos de bien pensantes, pero podrían ganar dos o más de electores hartos de teatro. Además, les avalan dos argumentos imbatibles: que cuando murió Labordeta los del PP le negaron el mismo respeto y que hace una semana se quejaron de los minutos de silencio por las mujeres que mueren victimas del machismo, mientras el gobierno reduce los recursos destinados a combatir esa lacra. Y cuanta distancia separa a la fallecida de hoy de aquel diputado, o de tantas inocentes como sufren en silencio cada día.

El Ayuntamiento de Valencia ha decretado tres días de luto, pero dudo que en los próximos siglos se atreva a conceder el nombre de Rita Barberá a cualquiera de sus calles, ni siquiera en los arrabales. Construimos un futuro en el que seremos manipulados gracias al olvido y la ignorancia, desde un presente lleno de delincuencia que ocultamos bajo montañas de hipocresía. Como siempre.

Domingo Sanz - 24 noviembre, 2016 - Palma de Mallorca

Rajoy, Trump, el “tiempo” y el clima

Tanto si procedemos de un instante carnal de Eva con Adán como del disfrutado por otros dos monos de los que no se hicieron tan famosos, sabemos que todos somos primos con un cierto grado de consanguinidad. Con esto quiero decirle a Rajoy que no se sienta ofendido en exclusiva por la melodía que sigue, porque tanto si es el miedo como el chiste lo que nos confunde, poco a poco la estamos haciendo nuestra.

Corría octubre de 2007 cuando aquel candidato fracasado nos hizo reír a mandíbula batiente con otro de sus ridículos más sonados. La ocurrencia de lo de su primo, a quien no teníamos el gusto, para negar lo del cambio climático es digna del más hortera de todos los presidentes americanos.

Pasan los años y las influencias ocultas que han guiado a don Mariano terminan aflorando. Resulta que en la otra orilla del Atlántico también se encumbra ahora otro de los que, además de no creer en el cambio climático, ha empeñado su palabra en contribuir al calentamiento global con unos cuantos bombardeos y, por tanto, se verá obligado a cumplir sus amenazas, no vaya a ser que los bancos retiren el crédito que hayan apostado a sus negocios.

En España sabemos bien que cuando personajes de esta especie llegan arriba, solo podemos confiar en la biología. No obstante, como deseamos la felicidad de los demás por si nos tocara la pedrea y conocemos la edad y el expediente que acompañan al nuevo peligro yankee, elevaremos nuestras plegarias para que alguna causa ecologista disfrazada de belleza y del sexo que prefiera haga temblar de nuevo su corazón, caliente sus entrañas y le alcance a la cabeza lo bastante como para convertirle a la noble causa de ayudar a conservar la vida en el mundo que le rodea.

Última hora.

Son más de las 8 de la tarde, las noticias quedan a mi derecha y por la pantalla se asoma Rajoy con cara de minoría incómoda, la de alguien que hubiera caído en su propia trampa. Habla desde Marruecos, donde ha ido a una reunión sobre el cambio climático. Nos cuenta que “mi gobierno” aprobará no sé qué leyes contra eso, que es un problema serio. No me lo pienso creer. Solo me vale hacer todo lo posible para sacar del gobierno cuanto antes a alguien tan peligroso como para que, cumplidos los cincuenta, se atreviera a decirnos que si preguntas el “tiempo” que hará mañana a siete meteorólogos distintos ninguno responderá lo mismo, y que por eso nadie puede saber nada sobre el clima del futuro. Porque se lo dijo su primo, uno que no es miembro de una banda, otra, con la que intentó secuestrar en 2008, entre otros empresarios, al hijo de “El Pocero”, el de las viviendas de Seseña. Buscar en Google “primo delincuente de Rajoy”.

Pues lo tenemos crudo. Acabo de ver a Trump en plena campaña electoral quejándose de que tenía frío, a pesar de que el “hombre del tiempo” había dicho “ayer” que “hoy” haría calor. Parece mentira pero, en ese momento, estaba negando lo del cambio climático entre aplausos de sus incondicionales, aunque no he conseguido averiguar si se atrevió también a decirles la verdad: que ese argumento se lo había explicado un primo que vive en España.

Por suerte para miles de niños inocentes, señor Rajoy, esta vez el Congreso de los Diputados ni le autorizará a que ponga los pies sobre la mesa de un presidente norteamericano, ni tampoco a que pueda enviar a militares españoles para que ayuden a soltar bombas desde el cielo de algún país lejano. Ya puede ir inventando una excusa para su primo Donald, que no quiere saber nada de mediocres ni de perdedores.

Domingo Sanz - 18 noviembre, 2016 - Palma de Mallorca

Iglesias y Rivera o la guerra tonta

En mayo de 2015 “leí” que el futuro inmediato aclararía si el título de la contienda que se acercaba sería “emergentes contra decadentes” o el habitual “PP contra PSOE”. Al final, en medio de la nueva confusión terminó ganando el que siguió pareciéndose más a sí mismo, aunque esa imagen fuera la de una ristra incontable de presuntos sentados en los banquillos. Y muchos más en libertad, como corresponde a toda organización eficaz en la protección de los delitos de sus miembros durante decenios, y bien blindada desde los gobiernos.

Meses después, a finales de octubre y antes y después del famoso café de Nou Barris que pagó Evole, “leí” también dos artículos consecutivos bajo el título común “Puede que Pablo Iglesias haya cumplido su papel”. Parecía que el ex politólogo proyectaba un techo electoral por debajo del que las expectativas demoscópicas le habían concedido durante el primer semestre. Y también del que su propio ego le permitía imaginarse. El consenso general concluyó que del bar salió derrotado por Rivera, pero el 20D ayudó a olvidar aquel mal trago, y quizás también otras cosas más importantes.

Desde entonces ha llovido mucho en sentido figurado, pero las consecuencias políticas del temporal han sido tales que ahora estamos tirados, magullados y medio descalzos, como en la desembocadura de un torrente desbordado.

Probablemente hay muy pocos políticos tan inteligentes, pero algunos sí que son capaces de convertir las críticas que reciben en consejos. Si hay alguien que podría haber escrito un libro entero de autoayuda traduciendo los ataques verbales recibidos, su apellido es Iglesias y, tal como declaró, no aprovecharon la ocasión para inscribirle Pablo por casualidad. A pesar de tanta virtud no parece que haya sido capaz, y en su última intervención parlamentaria le dijo a Rajoy que el PP está condenado a perder porque no les votan los jóvenes, argumento que la fiel Bescansa ha remachado ayer afirmando que si solo votaran los menores de 45 años Podemos estaría gobernando, según destaca Rubén Amón. ¿Y mientras crecemos, qué? ¿Y si para cuando hayamos crecido hemos cambiado de preferencias? Siempre hay una falacia disponible para ocultar la culpa propia ante cualquier derrota.

Así que ahora Pablo Iglesias entra, incauto y respondón, a los trapos que cada día le ponen delante aquellos que hubieran sido imprescindibles para facilitar algún gobierno medio digno, pero a los que ayudó a convertir, él más que nadie, en imposibles ni para repetir café. Antes de ayer fue Rivera tirando la primera piedra con lo de Trump y ayer Susana Díaz con otra versión del mismo argumento. Hoy ya están tardando, todos crecidos contra Pablo, que se lo ha ganado. Algo habrá dicho mal, que ahora mismo comparte la portada de “El País”. Ni siquiera me gustaría que el único parecido entre Iglesias y Trump fuera la capacidad de capitalizar a su favor los ataques de sus adversarios, con tanto beneficio para el odioso americano. Significaría que nuestro país se parecería en lo peor a estos Estados Unidos más desunidos que nunca. La semana pasada también lo hizo fatal con lo de Espinar y PRISA, contribuyendo además a la división en Podemos. Alguien que no estuviera atrapado en el laberinto de las dudas sobre sus propias decisiones habría tenido reflejos para recordar, elegante e incisivo, los tiempos en que un Rajoy, desquiciado en medio de la travesía del desierto tras perder sus primeras elecciones por la Gran Mentira, ordenaba el boicot del PP a ese grupo de medios. Pasaron los años y tuvo que llegar una crisis mundial para que pudiera gobernar.

Hoy nos “releemos”, preocupados, los que hemos criticado a Iglesias, y no tanto a Podemos, también con la intención de que comprendiera que se trataba de consejos incondicionales y con las mejores intenciones hacia las que también a él le animan, por mucho que se obstine en que parezca otra cosa y, en algunas ocasiones, cada vez que abre la boca.

Malo es que haya contribuido, no es el único culpable pero sí bastante, a que hoy nos esté gobernando el PP. Tampoco le arriendo las ganancias, magras según el CIS, tras haber sido incapaz de comprender la oportunidad histórica que significaba un Sánchez al frente del PSOE, cosa que hubiera requerido de algún sacrificio inteligente como, por ejemplo, el de no comenzar auto proclamándose su vicepresidente sin pedir permiso antes. Ahora el gobierno es mucho peor de lo que podría estar siendo, y cuidado con las tentaciones, pues hace mucho tiempo que no funciona la ruleta esa de “cuanto peor, mejor”. Espero que los de Podemos hagan comprender a Pablo que van a tener que tragar mucha quina, y él dejar de satisfacer sus insuperables ganas de ofender, si lo que quieren es conseguir ser importantes, pero no únicos, en lo de alcanzar mínimos avances en legislación, y poco más. Que quienes tienen de nuevo la Espada de Damocles vuelven a ser los más guerreros de todos.

Iglesias debería mirarse por dentro y responderse a sí mismo si se cree capaz de liderar un periodo frustrante y lleno de incoherencias para al final tener que votar lo mismo que algunos de los que tantas veces ha casi insultado en público, y en el que, para más inri, va a ser el objetivo de provocaciones y menosprecios por parte de Rivera y otros, que le van a hacer pagar bien cara su manía de ofender con la parte de cada verdad que le conviene, como hacen los demás.

Domingo Sanz - 11 noviembre, 2016 - Palma de Mallorca

El humor, una terapia con trampa

Dado que una minoría suficiente y emboscada tras el secreto electoral ha conseguido que todos los demás sigamos siendo gobernados por los miembros de una organización sentada a la vez en el Consejo de Ministros y en el banquillo de los acusados, el mejor humor responde de inmediato y consigue abrirse paso con más fuerza aún que hace cuarenta años, cuando también otros mismos siguieron sentados en el Consejo de Ministros hasta que, en ausencia de Justicia, tuvo que ser la ley de la vida la que terminara trayendo la muerte necesaria para que ellos comprendieran que debían dispersarse.

La mayoría reímos entonces mucho hasta que, tan contentos como estaban los franquistas por haber salvado vidas y haciendas a pesar de tanto delito, se vinieron arriba en un instante de nostalgia violenta que, aparentemente fracasado en febrero del 81, consiguió alargar su triunfo real hasta hoy, logrando para España la medalla de plata en número de asesinados despreciados por una sociedad tan libre como esta, por la que lucharon hasta perder la vida. Solo nos gana Camboya en número de fosas, pero nosotros ganamos en tiempo de vileza.

Sirva nuestra propia historia como aviso elocuente para navegantes, esa profesión de riesgo que todos desempeñamos a la orden de los timoneles que seleccionamos. La avalancha de chistes fáciles que nos entretienen de nuevo, imprescindibles para respirar y alimentados por los más importantes del PP con esas meteduras de pata que tanto les delatan mientras nos envenenan el aire, es algo que dan por bien empleado mientras les consintamos la sartén por el mango. Deberíamos reparar, mientras reímos, en que cada noticia sobre el cadáver de un antifascista desenterrado viene acompañada de burlas por escrito que no tienen ninguna gracia, y que tampoco reciben el menor reproche legal porque, en este país, hay odios que campan impunes mientras sigan ofendiendo a según quienes de sus propios muertos.

Domingo Sanz - 7 noviembre, 2016 - Palma de Mallorca

La financiación de los partidos políticos

Por tanto, hablamos de dinero, es decir, esa causa que provoca muchos de los delitos que castiga la Justicia, pero también la inmensa mayoría de los que se quedan sin condena.

Escribo a una distancia suficiente como para que los hechos causantes ya no me duelan, así que los describiré tal como han sido, como si fuera historiador. Pero el suplicio de las consecuencias, lo que llamamos actualidad, me obliga a complicarme la vida con propuestas que deben ser radicales y provocadoras, pues sobrevivimos sentenciados al no más absoluto a cualquier cambio. Abreviaremos atajando por el pasado.

El 23 de febrero de 1981 sonaron en el Congreso los disparos que establecieron el modelo de bipartidismo corrupto sobre un lecho de democracia asustada. No estoy negando que también se haya conquistado la sanidad universal, pero en lo político tal ha sido el menú que, con algún aderezo transitorio, nos hemos podido consentir durante más de treinta años. Para gestionarlo hemos elegido a personajes como González, Pujol, Aznar o Rajoy, tan ambiciosos de poder como nada motivados por la lucha contra los delitos continuados que se cometían, o se siguen cometiendo, en sus propios partidos políticos.

Algo tendremos que hacer con el PP, el PSOE y la antigua CDC, los partidos que más han tergiversado la voluntad popular durante las últimas décadas a base de competir con recursos económicos conseguidos fuera de la ley. No podemos regresar al pasado para recorrerlo de nuevo, pero sí partir hacia el futuro empezando por hacer justicia, novedad en nuestra “patria” por los siglos de los siglos, y que levante la mano el que sea capaz de demostrar lo contrario. Eso sí, sin que al poco tiempo se produjera el golpe de estado necesario para que pudieran volver al poder los viejos, o renovados, criminales.

Es probable que, con la investidura con traición incluida de Rajoy, o quién sabe si contra Rajoy aunque sin conciencia de ello los perpetradores, se abra, por fin sin balas, el debate necesario para recomponer la democracia. Si de algo sirve Europa, no nos engañemos, es para bloquear la aparición de peligros como Franco o Tejero. Al menos de momento.

No está de más una Comisión Parlamentaria de Investigación sobre la Financiación Ilegal del PP, con mayúsculas porque el optimismo nos lleva imaginar que la iniciativa, más los ajusticiamientos en curso, puedan terminar con la auto disolución de ese partido tramitada por sus propios líderes, que puede que les esté llegando, oculta, la hora del sálvese quien pueda. El 1 de marzo pasado escribí “¿Qué hacer con los bienes del PP 1?”, y esto que ahora está leyendo puede considerarse la entrega número 2, aunque ampliando el número de afectados.

Ahora que se estila negociar la reducción de condena con la fiscalía conviene hacer una propuesta a los culpables, es decir, a los tres partidos políticos citados que repetiremos, AP más PP, PSOE y CDC más herederos. También a todos los que hayan figurado en el registro público correspondiente. Para no ser inmediatamente intervenidos deberían entregar extractos de todos los movimientos de sus cajas de efectivo, de cualquier color, más los de todas las cuentas bancarias en España, Suiza y otros países o paraísos, a nombre del propio partido o de gerentes y otros testaferros, desde una fecha simbólica, por ejemplo la de la aprobación de la Constitución en 1978, noticia que sería la ideal para celebrar de verdad su aniversario. Todo lo que no cuadre tras un auditoría externa, y/o con lo que hayan declarado al Tribunal de Cuentas, deberán reconocerlo como deuda y establecer unos plazos para cancelarla, ingresando el dinero en una cuenta bancaria a nombre del Estado y transparente para todos los ciudadanos en tiempo real. Les conviene que la deuda que les salga sea creíble, comparada con unas apariencias que en muchas ocasiones ya son pruebas en manos de los inspectores de Hacienda o de los tribunales. Si no pueden pagar, se les expropiarán los bienes a su nombre, caso de Génova 13 y otros inmuebles, y también los ingresos futuros, como por ejemplo las subvenciones que puedan recibir por resultados electorales. Al PP y a la antigua CDC les conviene dar ejemplo, caiga quien caiga y aunque sean todos, porque es evidente que la Justicia tiene muy avanzado su trabajo.

Y para el futuro, bienvenidas sean las donaciones de todo aquel que quiera aportar dinero a la democracia fundamentada en los partidos políticos, la única que imaginamos. Pero únicamente de dos maneras.

Una, afiliándose y pagando la cuota que cada partido tenga establecida, mejor baratita, para evitar coladeros encubiertos de comisiones ilegales, grupos de presión organizados y delitos similares.

La otra, mediante donaciones transparentes a un sistema único de financiación de todos los partidos políticos a través del Ministerio de Hacienda, por ejemplo, y cuanto más elevadas mejor. A distribuir, eso sí, entre todos los partidos legalizados, le gusten o no al donante, y en proporción a los votos, y solo a los votos, recibidos en las elecciones celebradas. A fin de cuentas, ahora pagamos todos con cargo a los impuestos. Si mucha gente pagara por propia voluntad, pero a todos los partidos, insisto, menos tendrán que pagar a la fuerza los que, por ejemplo, no soportarían que ni un € suyo pudiera llegar, vía impuestos, a un partido que le parezca franquista, por ejemplo.

La primera dotación para ese fondo de financiación democrática procederá del dinero que los partidos que se hayan financiado ilegalmente desde 1978 hayan tenido que devolver a través de Hacienda, tal como se ha descrito.

Y todo lo demás, delito. Y si se descubre, ilegalización y cárcel para los máximos responsables. Así, los partidos representarán únicamente a personas, sean afiliados o electores, que creo que es lo que establece la Constitución, y no a intereses creados, siempre y solo para beneficio de unos cuantos.

No sería tan grave si la financiación ilegal de los partidos no hubiera servido para envenenar por dentro la propia democracia en las campañas electorales. Convocatoria Cívica, asociación presidida por el juez Baltasar Garzón, está promoviendo una campaña de recogida de firmas para exigir una auditoría de la gestión electoral que realiza el Ministerio del Interior, más que sospechosa por las irregularidades halladas, especialmente en los censos electorales. Para rizar el rizo de todo lo podrido. Es aquí, en www.convocatoriacivica.es.

Domingo Sanz - 2 noviembre, 2016 - Palma de Mallorca

Malos tiempos para los valores

Me daré por satisfecho con el título elegido si unos cuantos de los que hayan leído la letra grande y nada más han sufrido la tentación de consultar el IBEX 35. Saldrán de entre aquellos para quienes la palabra valor solo significa dinero.

Lo que me ha puesto este titular en la cabeza no ha sido la Bolsa, sino la exclusiva que circula por los corrillos del humor a cualquier precio, esa que cuenta que miles de presos se han amotinado en las cárceles de España pidiendo ser “abstencionados”, porque se consideran, por unanimidad, delincuentes menos peligrosos para la sociedad que aquellos a los que Rajoy y los suyos podrán seguir protegiendo, con mayor o menor acierto y disimulo, gracias al renovado blindaje en el gobierno que les ha concedido un partido contrario, centenario y dividido. No se pierdan Rokambol.

“Investigados” por “imputados”, “abstencionados”, palabra nueva con futuro evidente, por “indultados”, y acto seguido regresa el Dylan que escuchamos primero para añadir una estrofa, no escrita y solo nuestra, con la que nos pregunta cuántos eufemismos más necesitamos para seguir sobreviviendo entre la basura de no poder derrotar jamás a nuestros peores culpables. Ni el flamante premiado sabe dónde encontrar la respuesta. Quizás nos eche una mano desde su escondrijo, donde podría estarla buscando, tranquilo.

Mientras, odiamos a Blanco y Fernández, actores con otros confabulados del golpe de mano, que construyen las noticias del martes 25 negando compasión hacia las conciencias derrotadas, pero todavía compañeras y con las que comparten escaños que terminarán detestando, quizás. Y nos reímos de Iglesias, que sigue igual, provocando el lunes para declarar el martes que espera que ahora el PSOE, ¿qué PSOE? les apoye con la reforma de la Ley Electoral. ¡¡A sus órdenes, mi general!!

Domingo Sanz - 25 octubre, 2016, 2016 - Palma de Mallorca

La imprevisibilidad electoral en la sociedad comunicada

Se acerca una de las fechas más peligrosas del calendario, y no es que escaseen los riesgos, pero seguro que ya le está pareciendo a usted un error que la palabra Trump, que para colocar en su sitio traduciré por “magnate”, no figure en el título de esta entrega.

Entra dentro de lo probable, en mi opinión, que ese negociante tenga con Google un acuerdo comercial tan oculto como muchos de los votos que recibirá el próximo día 8, y lo mismo está circulando bajo cuerda un centavo diario por cada línea del buscador en la que aparece escrita. A estas horas, y según su cotización en el mundo virtual, tal cambalache le reportaría unas ganancias de más de 2.300 millones de dólares al año. Evidentemente, un enriquecimiento del que no tengo pruebas pero con el que, por si acaso, me niego a colaborar ni por equivocación.

Avanzamos sin escapatoria posible hacia una cita temible con unas urnas que van a afectar, y mucho, a los que no votamos en ellas. Estamos recorriendo, para conseguirlo, un camino similar a aquel, tan reciente, en el que tres líderes tan distintos como Iglesias, Cameron y Santos se sintieron tan convencidos de ganar sus apuestas a favor de una voluntad popular que no podían conocer como similares fueron los fracasos que les golpearon.

Iglesias, jugando a forzar en España unas elecciones del 26J que podría haber evitado sin despeinarse. Cameron, con el referéndum del Brexit y, por último, el presidente Santos del acuerdo con las FARC, han sido tres casos, seguidos, con los que ha perdido muchos puntos la industria demoscópica, arrastrando también a los que presagiaba como triunfadores en las urnas reales. Esperamos que esta vez no se repita y se confirmen los buenos augurios para Hillary, y no solo por la ilusión de ver a una mujer en la cima del mundo.

Pero regresaré al miedo. ¿Quién no se imagina al magnate triunfador propiciando desde lo más alto un amplio programa de rearme nacional tras incumplir todos los tratados contra la expansión bélica mientras se llena la boca de demagogias simplonas? No es necesario recordar lo que ocurrió, democráticamente al principio y hace casi un siglo, en un país de los grandes de Europa tras otra gran crisis económica mundial combinada con depresión colectiva por las batallas perdidas.

Seguiré con preguntas sin respuesta. ¿Algún investigador de voluntades a corto plazo o de sufragios recién depositados no solo en Israel ha dado alguna explicación convincente a tanto error? Pienso ahora que son tan creíbles las sesudas especulaciones de articulistas y tertulianos por doquier como la teoría, triunfadora por lo que tiene de intuitiva, de que las alas en movimiento de un mismo lepidóptero en las respectivas antípodas de Madrid, Londres y Bogotá pudieran haber sido las responsables de cada uno de los tres revolcones que, en tan poco tiempo, han sufrido líderes y encuestadores. Es, pensando en esto, cuando reparamos en los opinadores que, sin gastar un euro en sondeos de opinión, con argumentos descaradamente especulativos y desde posiciones manifiestamente contrarias al magnate, anuncian con seguridad su victoria. Son tantas las preguntas que podríamos hacernos para intentar explicar los porqués de sus premoniciones que preferimos quedarnos al margen de sus intimidades.

La conclusión segura es que sufrimos todos, y sin poder hacer nada, las consecuencias de unos momentos electorales formalmente democráticos, pero tan sometidos a casualidades como decisivos lo son para una sociedad que, por cierto, se parece hoy tanto a aquella que construyó los pilares de nuestro sistema de libertades como el porcentaje de ocasiones en las que un huevo se podría confundir con una castaña.

Para ejemplarizar sobre la preocupación que a tantos afecta convertiré la mariposa lejana y peligrosa en algo mucho más cotidiano. Propongo, por ejemplo, un anuncio publicitario. Que levante la mano el primer experto que se atreva a negar que, por un cruce casual entre esos dos mundos tan audiovisuales, y sin mano negra de por medio, un spot televisivo cualquiera, masivo eso sí pero qué puede importar lo que venda, pueda arañar en determinada neurona elemental y ser capaz de torcer en la misma dirección la decisión electoral de unos miles de indecisos habituales, de esos a los que ochenta les da lo mismo que cero coma ocho y que, en el último instante, un magnate incalificable le pueda ganar las elecciones a una mujer respetable por un puñado de votantes.

Creo que progresa, sin demasiado ruido, un verdadero peligro. Es el de que las grandes corporaciones de intereses solo privados y tamaño mundial se terminen cansando de un comportamiento imprevisible por parte del electorado, tan endeudado además, que se habrán creído los del piso de abajo, piensan, y busquen por todos los medios asegurar la continuidad de marionetas en los gobiernos nacionales, sorteando con trampas las molestias que cada cierto tiempo supone la democracia.

Bajando a nuestro terreno aprovecharemos para preguntarnos hoy como serán capaces de recordar mañana sus propias declaraciones todos los líderes españoles de ahora que, sin excepción, se han manifestado contra lo de celebrar nuevas elecciones sin ofrecer por delante y a tiempo un pacto de gobierno como alternativa. De qué desconfían más, podríamos preguntarnos, de su propia capacidad política o del electorado. Y también suena a siembra de dudas contra la democracia esa inevitabilidad, que de tanto flotar está calando, de que aquí o gobiernan los de Rajoy o nadie. Lo conseguirá, por fin, contra vientos, mareas y delitos que, al mismo tiempo que se amontonan contra el PP en los juzgados, avergüenzan a cualquiera de los que no han aportado su granito de arena para sacarlos de La Moncloa, aunque fuera a “gorrazos” tan grandes como los del tamaño de acuerdos transversales o de cualquier otra clase. Había, y sigue habiendo, un 60,85714% de combinaciones posibles para sobrevivir sin perder la decencia. Y ocurrirá lo peor porque tal conclusión derrotista, presuman de lo que presuman y se inventen los cuentos que quieran unos y otros y siempre de unos contra otros, ha sido asumida, con sus acciones y sus omisiones, por el resto de los partidos políticos, desde Podemos a Ciudadanos pasando por nacionalistas, socialistas y los del Grupo Mixto. Y, si no están de acuerdo, que se atrevan a mirarse en el espejo de las consecuencias.

Cada vez estoy más convencido de que en el mundo de nuestros líderes nuevos y jóvenes, pero no suficientemente corrompidos, lo que prevalece es el miedo inconfesable, pero real, a gobernar. Es la única explicación, inaceptable en ellos pero comprensible porque son humanos, a su incapacidad manifiesta de pactar lo suficiente como para limpiar de delincuentes la política que nos gobierna.

Y también estoy seguro de que la democracia se nos está estropeando, y que irá a menos si no la multiplicamos.

Domingo Sanz - 19 octubre, 2016 - Palma de Mallorca